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FORMACIÓN PARA LA OBSERVACIÓN PSICOANALÍTICA

DE BEBÉS. SU ROL PARA EL DESARROLLO

DE LA CAPACIDAD DE ATENCIÓN FLOTANTE 1

Bianca Lechevalier

 

Una colega analista en formación acaba de descubrir maravillada el método de observación analítico de los bebés según E. Bick. Me decía que acababa de comprender, por fin, gracias a este método, lo que siempre le había parecido hermético, y que sin embargo, le había sido retransmitido en su formación de analista como algo fundamentalmente terminante a partir de Freud:La atención flotante”.

Se había preguntado: ¿cómo estar atenta durante una sesión y “dejar flotar” su atención? ¿La pasividad no amenazaría con dejarse llevar a reflexiones personales, lejos de un esfuerzo de percepción del mundo psíquico de su paciente? Pero, ¿la atención activa no correría peligro de ir en contra de las condiciones necesarias para permitir que los procesos inconscientes se desarrollasen en el espacio analítico? El descubrimiento de la observación analítica de los bebés le permitía funcionar en un campo de percepción multifocal que concierne al bebé, a su madre y a la familia, y al mundo psíquico interno de ella misma con sus emociones. ¿Este vaivén activo y flexible al mismo tiempo entre estos diferentes espacios de percepciones, no constituía la atención flotante opuesta a una observación fría de tipo pseudo-científica?

R. Sandri (15) habla de visión binocular para el observador: “Un ojo que mira lo que pasa fuera de él entre la madre y el bebé. Un ojo que mira lo que pasa en su interior como observador.” Dice que esta visión binocular constituye las premisas “que llevan a la multiplicidad de visiones que se desarrollará durante el seminario y que hará complejo el primer grado del observador”

Esta situación pone en evidencia la metáfora de la visión ocular inducida por el término de observación. En cambio, en la cura analítica, la posición diván-sillón, aunque deja el campo libre para las percepciones visuales del analista, privilegia la escucha. ¿Pero de qué escucha se trata? ¿Del discurso literal del analizado? ¿No se trata también del mundo interno del analista que entra en resonancia con este discurso? Este mundo interno, el analista lo percibe y puede observarlo como observador de bebés atento a lo que ocurre en él. Puede reconocer percepciones habituales, llevándolo a reminiscencias. Puede sentir en él modificaciones de sus emociones, de sus percepciones corporales, completamente inhabituales. Toda su vida sensorial puede verse estimulada: musicalidad de la voz, sensaciones kinestésicas, propioceptivas, percepciones digestivas diversas, gorgoteos inhabituales o aun, dolores físicos o impulsos para actuar. A veces, recuerdos de gustos o perfumes se asocian al discurso oído. Pero, es seguro de que el componente visual puede tomar toda una dimensión teatral, como en la escenificación del sueño. No es un campo visual estático que entonces está en juego, sino como si se desenrrollara una alfombra mixta, sonora y visual, que suscita pulsiones activas como un campo de representaciones que es un campo de acción. La percepción visual, la imaginería fantasmática, se desarrolla en esta escucha.

Me parece que es en la dialéctica de estos movimientos contradictorios, que una experiencia de unificación de las percepciones sensoriales, permite el acceso al insight y a su pensamiento creador, descifradora de sentido, de escritura, permitiendo una identificación con los primeros procesos de donde tiene origen el sujeto, y portadora de interpretación para el analista, como el músico que transmite el mensaje del autor a partir de su componente personal.

S. Lebovici nos dijo que el objeto tiene una carga (energía psíquica) antes de ser percibido. Esta carga que va a modular en forma original las percepciones del bebé contribuye a su autonomía y a la de sus representaciones. Esta implicación se traduce en los movimientos motores del infans. Es lo mismo para el analista en cuanto al modo de implicación de su atención. La fuerza y la calidad de sus percepciones dependen de ello. Acostumbrado en su cuerpo a representar una escena, al mismo tiempo bailada y cantada, antes de ser hablada, deberá a la atención flotante la revelación de la interpretación en la automonía de su estilo.

 

FREUD : Desde 1895 nos muestra, en particular con el caso de Emmy (6a) como evoluciona de una técnica basada en la sugestión y la hipnosis, a la cura de palabra basada en la asociación libre.

Asimismo, evolucionará, de la importancia dada a la catarsis a la toma de consciencia “de las transferencias”. Es con el caso de Dora, 1905 (7), que explicitará mejor la problemática de la transferencia y reconocerá muy honestamente sus errores y, en especial, lo que concierne al reconocimiento de la transferencia homosexual de Dora. Es en 1912 (8) cuando define “l’atención flotante”. Vemos aquí, la intuición profunda de Freud con respecto a la atención como lo desarrollará más tarde Bion (2-3) y especialmente, con lo que ha preconizado como actitud para abordar la sesión “sin memoria ni deseo” (4). Se podría precisar, que se trata de la memoria consciente, y no de la que emerge en el sueño asociativo. Freud dice más adelante: “Así es como se tiene que enunciar la regla impuesta al médico: evitar dejar de ejercitarse sobre su facultad de observación sea cual sea la influencia y fiarse por completo de su “memoria inconsciente” o, en lenguaje técnico simple, escuchar sin preocuparse de saber si se va a retener algo”. Se trata aquí de un consejo opuesto a la consigna dada al observador de bebés que debe retener todo lo que pasa en detalle. Al mismo tiempo, Freud desaconseja a los analistas que tomen notas de todo lo que dice el paciente. ¿El observador de bebés, no debería, al igual que Freud, a la noche, después de su trabajo, transcribir de memoria su sesión, antes que crisparse con una redacción obsesiva después de la hora de observación?. En este artículo, Freud advierte contra la tentación de función educativa, contra el orgullo educativo. Evocará la problemática de la contra-transferencia en el contexto de la abstinencia: “En ningún caso hay que desistir de la indiferencia que se había conquistado controlando la contra-transferencia”.


Esther Bick: Desde 1948 nos ha mostrado como la observación de bebés ayuda al psicoterapeuta principiante a comprender “los juegos y el comportamiento no verbal del niño, del mismo modo que el comportamiento de un niño que no habla y no juega”. El observador es también un observador familiar. Se introduce en un fragmento de escena de intercambios con el padre y los otros niños. Esto representa una excelente formación para el futuro consultante familiar. P. Sánchez (18) subraya que el término de observador de bebés es inadecuado porque lo que se observa es una familia en donde nació un bebé.

 

Esther Bick (1) dice: “Era indispensable, desde nuestro punto de vista, que el observador pudiera sentirse suficientemente en la familia para poder percibir el impacto emocional, sin creerse, por lo tanto, obligado a actuar, a asumir un rol impuesto a él — por ejemplo, dar consejos, aprobar o desaprobar tal o cual comportamiento etc…”.

Todos experimentamos una presión por nuestra formación, nuestras motivaciones y nuestros pacientes, para actuar con el fin de aliviar la angustia, y valorizar nuestra imagen con respecto a ideales de eficacidad. La formación para la observación de bebés va a ayudarnos a sustituir este ideal por el de la función contenedora, acogedora y pensante en el sentido de Bion, y utilizar lo que ha descrito “como capacidad de sueño”. Esther Bick plantea un segundo problema, en su opinión más complejo, que es el de las actitudes del observador. Dice: “Tendrá que permitir a los padres, en particular a la madre, integrarse a la vida de familia como le parezca”. Ella agrega: “tampoco tendrá que dejarse llevar en un rol en que la transferencia infantil — y pues la contra-transferencia — fuera intenso”. Preconiza un control de la contra-transferencia cercano al aconsejado por Freud. “No tendrá que dejarse dominar por sentimientos que, mirándolos de cerca, resultarán haber sido intensificados por proyecciones, hechas por diversos miembros de la familia”.

Ernest Freud (5) recomienda al observador que “deje flotar su atención” como suspendido en el aire libre, como lo postula S. Freud, y también como A. Freud lo describe en 1951 acerca de las guarderías infantiles de la Hampstead durante la segunda Guerra Mundial: “El trabajo de observación en sí mismo, no seguía un plan pre-establecido. A la manera del analista que observa su paciente durante la sesión, nosotros conservamos nuestra atención flotante y seguíamos el material ahí donde nos llevaba”. Hay correspondencia entre la actitud de observación aconsejada al analista y al observador de bebés tanto en la línea de pensamiento de A. Freud como en los poskleinianos. El observador no se encuentra en una obligación obsesiva de control omnipotente y detallado de todo lo que pasa, como algunos pudieron imaginar. No hay obligación de un informe minucioso a un grupo científico superyoico (según un plan pre-establecido para verificar). E. Freud muestra la importancia de la alianza de trabajo en la observación con la madre, alianza que va a suscitar la curiosidad de la madre para observar a su bebé, y hacerle desempeñar un papel de ayuda para el observador. “Es ella la que mejor sabe”. E. Freud dice además: Nada de lo que pasa durante la observación tiene que omitirse”. Esto puede parecer estar en contradicción con lo que he dicho de la atención flotante, diferente de una observación obsesiva.

El observador recibe paradojalmente dos consignas contradictorias: “no olvidar nada” y “dejar flotar la atención”. Pero E. Freud nos muestra como podemos comparar las omisiones a las faltas con respecto a la regla fundamental, y obtener así informaciones sobre los procesos inconscientes en juego. Va a comparar la observación directa y la observación en la situación analítica. Muestra la diferencia de objetivos (6). “El analista está conectado directamente con un material pre-consciente e inconsciente por el hecho de abordar con su paciente las manifestaciones capitales que son la transferencia y la resistencia. La asociación libre en el adulto o, la observación prolongada del juego y otras manifestaciones en el niño, da al analista la posibilidad de aclarar y reconstituir los orígenes. Cuando lo considera útil, comunica lo que deduce de ello … en cambio, el campo de actividad del observador es mucho más limitado … En su relación con la madre del bebé, no hay más material que el que ella elige contarle” y los lazos que puede hacer como lo postula A. Freud “entre comportamiento manifiesto y factores inconscientes y subyacentes”. En cuanto al bebé, la comunicación es esencialmente no verbal. Dice además que el observador tiene que escuchar con su “tercer oído” las resonancias armónicas y los sobreentendidos de lo que oye o ve actuar. Por supuesto, tiene que estar atento, a los olvidos, a los actos fallidos. En fin, puede notar la repetición en la transferencia de comportamientos de escenas madre-bebé. Puede preverlos. Por el contrario, toma consciencia, sobre todo a partir del grupo, que “la relación que se establece entre tal mamá y su observador es única, y que cada bebé tiene una manera personal de ver el mundo”. En los conceptos emitidos por E. Freud, yo subrayo el recuerdo corporal y las palabras de empatía de la madre o del observador a partir de percepciones cenestésicas.

Podría ilustrarlo todavía más, con el ejemplo personal de un niño autista de 3 años: el diagnóstico fue muy precoz, a los tres meses, a causa de una reacción al destete: dar vuelta la cabeza y los ojos con respecto a la cara de la madre. Durante una sesión de análisis, Elena logra encender la luz en la casa de muñeca, mete la cabeza en el interior, contempla mucho tiempo la luz, después va a tenderse en el diván con la cabeza sobre las rodillas de su madre, con los ojos dirigidos hacia los suyos, aparecen movimientos de labios y de la mano que se lo hago observar a la madre. Ella vuelve a encontrar y evoca recuerdos de cuando le daba el pecho. En los días siguientes, el lenguaje muy pobre de Elena se enriquece.

 

Este ejemplo me va a permitir abordar el problema de la implicación personal del observador en la observación de bebés y la ayuda aportada por este modo de conocimiento al analista y a la atención flotante.

Con la cita de Freud, hubiéramos podido concluir que lo ideal para el analista sería una actitud objetiva en que la neutralidad se transformara en frialdad, y en que la contra-transferencia se eliminaría. Algunos podrían retomar estos mismos consejos para la observación de bebés. ¿Es posible? ¿No nos privamos de un medio de conocimiento en el sentido de Bion en que el conocimiento verdadero implica un encuentro, una identificación emocional? De todas maneras, es una situación en torno al nacimiento, en que todo protagonista sólo puede ser perturbado por los movimientos psíquicos y eróticos del comienzo de la vida. Forman parte de una unidad psicosomática en que las emociones, el placer toman su fuente en el cuerpo y en que el pensamiento se origina de un encuentro que da sentido a estas percepciones, y en que se constituyen las primeras marcas mnésicas que más tarde el resultado de las vicisitudes del desarrollo habrán transformado e integrado en los recuerdos, o reactualizado en los síntomas.

La atención” como Freud la presentó, se enriquece siguiendo los pasos de Bion. Vemos que es necesario para el obervador, que se cree un espacio psíquico que permita, como lo muestra R. Sandri (18), una multidimencionalidad de la observación. Y con esto evocamos una comprensión común de lo que ocurre en el espacio analítico, como en la observación de bebés. Es en este espacio analítico que los movimientos pulsionales proyectados, que entran en resonancia íntima con lo vivido por el observador, van a poder imaginarse. Lo que era irrepresentable, gracias a la atención del observador como del analista, va a tomar forma, ser figurable. El trabajo de atención, implica paciencia y capacidad para tolerar el sufrimiento que acarrea la confusión, el sentimiento de fragmentación, de vacío sin explicación racional de donde aferrarse. De ahí la importancia, para el observador, del grupo de control en donde este espacio psíquico toma una nueva dimensión, se enriquece con las asociaciones de los otros participantes. Los lazos necesarios para la figuración permiten una creación común del grupo facilitando el paso de la atención a las hipótesis. Esta experiencia será, por supuesto, para el futuro analista una primera cita en su espacio psíquico personal con sus capacidades creativas en el encuentro con otro.


Estamos lejos del espejo frío que corre peligro de no reflejar nada, en todos los sentidos de esta palabra. S. Viderman (17) muestra como, con “intenciones puras”, un método racional que se aplica a un objeto irracional, va a terminar con “la creación de una situación que tiende a escapar de su objetivo inicial para sustituirle otro”. Agrega más adelante: “Habíamos imaginado un marco ideal, una pura reflexión, un espejo exacto y nos damos cuenta que se creó, en el movimiento mismo de la cura, un sistema de espejos deformantes”. Al subrayar la importancia de la contra-transferencia y de su utilización en el trabajo de atención del analista escribe: “Ninguna ciencia de observación sobreviviría a las condiciones en que el analista se colocó. Al mismo tiempo, tiene que observar y saber utilizar los medios de razonamiento científico para sacar provecho de su observación; tiene que participar, estar implicado emocionalmente, pero también quedarse neutro; a las asociaciones libres del paciente él agrega su atención flotante que le es complementaria, para dejar surgir … su propio inconsciente … Es a causa de la contra-transferencia que las cosas se nos escapan; es gracias a la contra-transferencia que percibimos todas las otras”. Y por fin: “Podemos saber todo de los colores, su mezcla, la tela, el óleo, el agua y el carbonillo: esto nunca ha dado un cuadro”. Podríamos repetir esto con respecto a un bebé o un análisis.

El impacto contra-transferencial considerado, igual que para la transferencia, como una traba, al comienzo del descubrimiento del proceso de lo analítico, se convierte en una herramienta de trabajo. H. Segal (16) evoca su papel en la atención flotante. Habla de los “sentimientos libremente flotantes en que el analista tiene que mantener sus propias emociones a distancia y observar sus propias reacciones al mismo tiempo. No tiene que caer bajo la orden de sus propias emociones”. Esta capacidad de contener los sentimientos despertados en él por el paciente, H. Segal lo considera como un equivalente de la función materna que contiene las proyecciones del niño de pecho en el sentido de Bion. Piensa que el viejo ideal del análisis frío, objetivo, es una idealización. Está claro para ella que lo que “Freud describe como: la atención flotante no se refiere solamente a una apertura de espíritu intelectual, sino también a una apertura particular en el ámbito de los afectos”. Para terminar, ella subraya una dificultad particular producida por algunos pacientes que, cuando eran niños de pecho fueron ellos mismos sujetos a fuertes proyecciones parentales.

La formación para la observación de bebés va a ayudar al desarrollo de este tipo de atención con:

1) La apertura en el sentido de H. Segal.

2) La capacidad de atención de las proyecciones que provienen del paciente en los componentes de las vivencias al comienzo de la vida no elaboradas. Algunos autores pudieron discutir y elevarse contra esta pretención.

No pienso que esto sea un mito, un engaño, a condición de no estar en una “atención ideológica” hecha de preconcepciones teóricas a la búsqueda de verificaciones. El verdadero encuentro con el niño de pecho es un efecto de sorpresa a partir de nuestras propias vivencias que nos invaden, nos importunan y que buscamos transformar en palabras.

Una vez más cito a S. Viderman (p.52) : “Imaginemos dos faros que giran en sentido contrario y cuyos focos coinciden periódicamente. Es, cuando transferencia y contra-transferencia se cruzan, que se sitúan los momentos de gran brillantez. Momentos privilegiados en que fulgura la verdad de la interpretación”. Aportaría que podemos comparar estos momentos al encuentro de las miradas entre la madre y su bebé, y a la emoción estética del comienzo de la vida descripta por Meltzer (14), quizás con una respuesta, creadora de sentido al conflicto estético. La comunicación no verbal es entonces, preponderante.

L. Grinberg describió el manejo de la comunicación no verbal en el proceso analítico. La formación para la observación de bebés va a desempeñar un papel privilegiado para este manejo tanto en el análisis de adultos como en las psicoterapias de niños en que el máximo de intercambios son, a menudo, no verbales. En situaciones institucionales, grupales y especialmente en un medio psiquiátrico, esta formación va a ayudar a desarrollar la atención para este tipo de mensajes, y ayudar a su simbolización verbal.

Freud en el caso Dora (7) señalaba: “El que tiene ojos para ver y oídos para oír, constata que los mortales no pueden esconder ningún secreto. A quien se le callan los labios, conversa con la punta de los dedos; se traiciona por todos los poros”. Freud prestaba mucha atención a las actitudes corporales de los analizados en sus manifestaciones somáticas.

L. Grinberg (9) se interroga sobre la manera de descifrar la multiplicidad de las significaciones contenidas en los silencios, ruidos, gestos, respiración, expresiones, posturas del cuerpo de alguien. Piensa que: “La utilización de la contra-transferencia sublimada, de la intuición y, en algunos casos, de las reacciones de contra-identificación proyectiva, es un medio esencial para percibir y descifrar los contenidos de la comunicación no-verbal.” Por ejemplo, un paciente puede inducir diferentes roles, afectos, fantasmas en el analista y empujarlo a actuar.Éste puede sentirse llevado pasivamente a experimentar y a actuar. Por mi parte he hablado (11) de abanico de contra-transferencia.

L. Grinberg habla de la dificultad de estar dispuesto a recibir, a contener estas proyecciones, de nuestro miedo a sentirnos invadidos por los contenidos psicóticos en esas proyecciones. Podemos evocar los terrores de abatimiento, las angustias de abandono, de destete. Estas angustias pueden amenazar nuestro equilibrio. Nos defendemos rechazándolo, incluso en algunos casos, provocando interrupciones de tratamiento. La formación para la observación de bebés ayudará a familiarizarnos con estas emociones brutas, y a vincularlas a representaciones. Más tarde, en el marco de una cura analítica de niños o de adultos, podremos asociar lo que sentimos con el recuerdo de una observación. Podremos aceptar ser invavido por las angustias, los fantasmas que se desarrollan en el Espacio Analítico, aprenderemos “a sentirlos, pensar y compartir (9) como si fueran partes contitutivas del propio self del analista.” Tendremos más capacidad de retroceder y de volver a la realidad, “de la misma manera, que el poeta que viajó por el mundo del fantasma, y encuentra su camino para volver a la realidad.”

 

EJEMPLOS CLÍNICOS:

1) Gisèle, una adulta, siente antes de una interrupción por vacaciones, síntomas en que teme por una cojera en mí, mi abatimiento y mi muerte. Trata de hacerme compartir sus temores, lo que amenaza entonces con organizar un círculo vicioso de tipo de angustias catastróficas. Después de mi retorno de vacaciones, en un sueño, tiene la sorpresa de verse nadando con placer en aguas profundas, después de haberse sumergido hacia el fondo y haber subido, el escalón de un tobogán de apoyo se viene abajo. Podemos asociar con angustias del comienzo de la vida, vividas entre nosotros. ¿Se trata de la falta de apoyo de un pariente abatido (madre, o más probable, padre)?

2) Geneviève Haag (10) cuenta como interpreta una vivencia de caída libre en el diván, llevándola a las percepciones de la depresión al comienzo de la vida.

3) Michel Ledoux (13) evoca también, algunos fragmentos de una cura: “Mi atención ya había sido retenida, entonces, por el predominio, entre los recuerdos del cuerpo que surgen inopinadamente, de manera masiva y no elaborada, experiencias cenestésicas y kinestésicas que conciernen a la oralidad, el sistema digestivo y la analidad, así como las impresiones cutáneas … Notemos que se trata aquí precisamente de todo lo que concierne a las experiencias corporales más integradas por el niño pequeño.”

M. Ledoux nos cuenta de manera sorprendente como, el intento de vivir en su cuerpo y representarse, el estado de tensión muscular que su paciente llama “petrificación”, va a conducirlo con la ayuda de una imagen y de un recuerdo para evocar, a la niña en el momento de la muerte de su madre, ceñida en su vestido de luto, y el niño de pecho con los músculos tendidos por la angustia. La analizante podrá entonces, volver a ver la imagen “de un lazo largo de tela que su madre utilizaba para atar, para sujetar a la cuna, a sus hermanos y hermanas… cuando se iba… al campo para trabajar. Sin dudas, ella había sufrido la misma suerte y es probable que la ausencia prolongada y angustiante de la madre estaban asociadas a esta tensión motora obstaculizada. La muerte de la madre había ligado de nuevo , la ausencia y la imposibilidad de actuar, remitiéndolo sin dudas, a esta prueba corporal precoz.”

Es cierto que, en todos estos casos, el trabajo de identificación del analista al bebé lo conduce a hipótesis sobre sus sensaciones corporales (gorgoteos, comezones, etc.) La vivencia transferencial actual se encuentra aclarada, a la luz de los sufrimientos posibles en el comienzo de la vida, y de ello resulta el enriquecimiento preconsciente, ligando las percepciones corporales a representaciones, haciéndolas llegar a pensamiento.

¿Podemos entonces, como hace M. Ledoux, hablar de “recuerdo del cuerpo”? ¿No se trata más bien de una creación móvil, que pone un término a la repetitividad mortífera en el no sentido, de huellas mnésicas separadas en búsqueda de reconocimiento por el objeto? En todo caso, es importante que la interpretación se relacione con los términos del discurso del paciente. Si no, el riesgo sería provocar una sugestión mágica muy poderosa y estupefacta. Si la práctica de la observación de bebés en su familia, ayuda al analista a identificarse con su paciente en las vivencias del comienzo de la vida, esta práctica lo ayuda también a identificarse con su madre. Si parece evidente con respecto a analizantes-mujeres, esto puede surgir de manera sorprendente en curas de hombres, tomando en cuenta su deseo femenino.

4) Sylvain acaba de tener un niño. Al retorno de una ausencia prolongada de mi parte, Sylvain me describe “cólicos idiopáticos” de su bebé. Su mujer poco disponible, deja que se ocupe de eso. Me parece vivir una “hipersolicitud materna ansiosa”.Le doy una interpretación con respecto a mi ausencia. Los cólicos idiopáticos desaparecen.

5) En las psicoterapias de niño en que la comunicación no verbal predomina, el trabajo de reconocimiento y de relación del actuar corporal a la representación, es solicitado sin cesar.La exoftalmia de la madre de Aline que sufre la enfermedad de Basedow se había desequilibrado a su nacimiento. En esta cura, yo misma (a partir de un juego de máscaras angustiantes, que efectuaba repetitivamente Aline) había tratado de reconocer y de llevar a palabras las angustias del bebé ante la mirada materna trágica. Brigitte, ex-autista de 9 años, poco antes de las vacaciones de Navidad, me hace vivir impulsos para actuar inhabituales, que me dan miedo y que me cuesta controlar. De esta manera, tengo ganas de reemplazar rápido un cocodrilo que falta en su caja de juegos, o más aún, precipitarme fuera para verificar si mi coche mal estacionado, no fue llevado al depósito por la policía (que Brigitte vio llegar al venir a su sesión). Me veo sin coche, perdida, no pudiendo volver a casa, sola en medio del frío. Tengo ganas de pedir socorro a los colegas. Salgo de mis pensamientos angustiantes, alertada por la voz sombría de Brigitte: “es el último día”. El hilo de sus asociaciones la llevan a dibujar un ataúd en un cementerio. “Es un muerto malo en prisión”. Me pregunto al mismo tiempo que ella: ¿soy yo, castigada por no festejar Navidad con ella, dejándola sola en el frío, quizás como un bebé que acaba de nacer? ¿Es ella que se siente muerta en el cementerio,en mi casa, dentro de mí, mientras que debería ser Navidad, el nacimiento? Brigitte agrega: “El muerto no está muerto”. Dibuja entonces, “un malo con garras y dientes. Está vivo”. Le digo que ese ser vivo con los dientes y las garras para agarrarse asustan. Brigitte: “Vuelvo a dibujar un muerto. El muerto es bueno”. Añado: “Es mejor ser un bebé muerto bueno que no se mueve que uno vivo que se agita, exige, asusta porque tiene hambre como un cocodrilo”. Brigitte dibuja entonces un ser vivo terrorífico. A partir de este día, su voz aflautada se hace grave, intensa. En sus juegos los animales encontraron el alimento en la casa. No me siento más como un cocodrilo hambriento que espía el murmullo de su voz. Como me lo había dicho un día Aline (11): “Los globos grandes que querían liberar a los bebés lobos encerrados, cayeron dentro de la trampa. Pero con el esfuerzo que van a hacer para liberarse, van a liberar a los bebés lobos”.

Podríamos constatar, como conclusión, que la relación dialéctica entre la observación directa y la atención flotante desempeña un papel de profundidad y de modulación de múltiplos armónicos del campo psíquico del futuro analista. La observación del sujeto que nace en su autonomía durante los intercambios constituidos en la intensa proximidad de la unidad fundamental del triángulo originario (como lo describió M. Pérez Sánchez (18) ), introduce al analista en el centro mismo del misterio del ser a la búsqueda de sentido. ¿La carga en esta proximidad, de la búsqueda de sentido a partir de mensajes transmitidos por el cuerpo, permitirá entonces que la autonomía del analista se desarrolle en un amplio campo de representaciones ?


BIBLIOGRAPHIE

1 - BICK E., “Remarques sur l’observation des bébés dans la formation des analystes”, conferencia en la Sociedad Británica de Psicoanálisis, traducción de Alcorn D., in Journal de la Psychanalyse de l’enfant, 1992, 12, pp. 14-35.

2 - BION W.R., L’attention et l’interprétation, París, Payot, 1974.

3 - BION W.R., Eléments de la psychanalyse, París, PUF, 1979.

4 - BION W.R., “Notes sur la mémoire et le désir”, traducción de Lechartier Ch., in Revue Française de Psychanalyse, , 1989, 53, 5, pp. 1449-1451.

5 - FREUD E.W., “L’observation de bébé et son importance dans la formation des analystes”, traducción de Alcorn D., in Journal de la Psychanalyse de l’enfant, 1992, 12, pp. 36-61.

6 - FREUD S., Etudes sur l’hystérie, París, PUF, 1973, a) p. 48, b) p. 216.

7 - FREUD S., Cinq Psychanalyses, París, PUF, 1967, p. 87.

8 - FREUD S., La technique psychanalytique, París, PUF, 1997, a) “Conseils aux Médecins sur le traitement psychanalytique, pp. 62-65, b) pp. 69-71.

9 - GRINBERG L., “Contre-transfert et contre-identification projective dans la communication non verbale” in Psychanalyse en Europe, 1991, 36, pp. 13-25.

10 - HAAG G., “Entre les angoisses et dépressions ‘pré-dépressives’ et le niveau œdipien génital : un moment technique” in Revue Française de Psychanalyse, 1989, 53, 3, pp. 971-972.

11 - LECHEVALIER B., “Mouvances de l’éventail contre-transférentiel et émergence du ‘je’ in Revue Française de Psychanalyse, 1991, 55, 6, pp. 1671-1677.

12 - LECHEVALIER B., “De l’observation directe à l’attention flottante” in Journal de la Psychanalyse de l’enfant, 1996, 19, pp. 69-90.

13 - LEDOUX M., Corps et création, París, Les Belles Lettres, 1992, pp. 132-134.

14 - MELTZER D., “Le conflit esthétique : son rôle dans le processus de développement psychique” in Bulletin du GERPEN, 1986, 6.

15 - SANDRI R., “Espace d’observation ou temps de réflexion” in Congrès d’Observation psychanalytique des bébés, Bruselas, 1991.

16 - SEGAL H., Délire et créativité, París, Des Femmes, 1987, pp. 145-147.

17 - VIDERMAN S., La construction de l’’espace analytique, París, Denoël, 1970.

18 - PÉREZ SÁNCHEZ M., L’Observation des bébés, París, Clancier-Guenaud, 1986, pp. 15-21.