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Margareth e Isabel: Una experiencia de consulta en terapia de vínculo.

Autora: Ana Rosa Campana de Almeida Pernambuco.

Institución: Centro de Estudios Psicoanalíticos Madre-Bebé-Familia.

Introducción.
La intención de este trabajo es comunicar una experiencia de consulta madre-niño realizada en consultorio.

Fui solicitada por Margareth, que estaba muy afligida en relación a su hija Isabel, de 1 a 5m. Según la madre, “de un día para el otro” Isabel paró de hablar, no mordía más la comida, no agarraba ningún objeto, mostraba desinterés por la madre y por el padre.

La madre asocia la aparición de esta conducta de Isabel con un momento de mucha angustia vivida por ella al tomar la decisión de hacer un aborto de una nueva gestación.

Primeros contactos:
Relataré fragmentos de las 1as observaciones.
Primera Observación.
“Cuando encuentro a las dos en la sala de espera, la primera cosa que me llama la atención es la impresión de que Isabel parece ciega: está andando sin “rumbo”, sin fijar ninguna dirección.

“En un determinado momento, la madre se aproxima a la sala donde están los juguetes y llama a Isabel diciendo: -”Mira los juguetes...”, pero la llamada es “débil”, “lejana”...

Isabel está andando por la sala de una manera afligida, sin objetivo, sin hacer ningún movimiento en relación a la madre o a mí. Cuando la madre la llama, ella parece no querer mirarla: parece no estar escuchando a la madre y al mismo tiempo, va yendo en forma lenta, no directamente hacia su madre y a los juguetes. La madre muestra los patitos, los animalitos... Isabel tira un patito al suelo (dio un golpe en él con la mano abierta), después agarra un juguete, lo pone en la boca y lo suelta inmediatamente.

Anda por la sala y en un momento, se situa en el espacio que hay entre el diván y la pared; parece resbalar, sólo la veo “desapareciendo” por uno de los lados del diván: su semblante es de absoluto pánico, está muy pálida, los ojos están exaltados y fijos. Pregunto -”Qué pasa, Isabel?-. La madre se levanta, la va a buscar, la agarra e Isabel llora un poquito, la madre le dá el chupete. Isabel continúa andando por la sala y coloca su mano entre el mentón y el cuello y queda tirando la piel con fuerza”.

Tropieza con la alfombra, llora, yo la levanto y digo que tropezó en la alfombra, pero mi impresión es que el tropiezo la asusta porque se siente acometida por algo horrible que ella no puede identificar; tiene la mano helada.

La madre habla casi todo el tiempo de la sesión, muy angustiada, mirándome en todo momento.

Segunda Observación.
“Margareth me estaba diciendo que se quedó sorprendida al llamar a la hija en casa diciendo -”ven, Isabel”- y ella fue. Mientras la madre decía esto, Isabel golpeaba los juguetes, siempre con la manito abierta y al mismo tiempo los empujaba contra el suelo. Continúa andando por la sala y pisa en algunos juguetes que derrumbó. Parece andar sin ver y en el momento en que pisa, no mira ni siquiera un instante en dirección a sus pies, parece tener la sensación de que el “suelo cambió”. Se queda parada, empieza a temblar y su rostro adquiere una expresión de terror, entonces me aproximo de ella diciendo que hay un juguete debajo de su pie y que lo voy a sacar para que ella no tropiece; lo retiro e Isabel sigue andando, ahora tirando la piel del cuello; la madre comienza a contar sobre la caída de Isabel hace más o menos 3 meses. Cuenta que Isabel pasó unas pruebas y no se detectó nada.

La madre habla del marido diciendo que él tenía mucho miedo de ver a Isabel andando, que él se quedaba aflicto, con miedo de que ella se cayera y que, entonces, la colocaba rápidamente en la cuna haciendola dormir.

Isabel, que continuaba andando, había temblado nuevamente al pisar en otro juguete, se apoya en una banqueta a mi lado, friega la mano en el rostro y empieza a llorar. La madre le pregunta si quiere agua, Isabel está con una de las manos en mi pierna, la madre vuelve a preguntar dos veces más si ella quiere agua. Isabel llora mucho, pregunto como si estuviera pensando en voz alta - “qué será que tiene Isabel?”- y la pongo en mi falda. Me siento muy movilizada a hacer algo, pues por un lado Isabel comunica todo su malestar, por otro parece que la madre sólo puede ofrecerle agua en aquel momento... Isabel se arrima a mi regazo y toma mi mano. Estoy con la otra mano sobre su pecho y el corazón está disparado.

Nos quedamos así un rato, la madre le da el biberón con agua. Después, Isabel se empieza a mover y pregunto si ella quiere volver al suelo - y ella baja -. Comienza a andar, la madre comenta alguna otra cosa, dijo que siempre tuvo celos de los hijos, que siempre fue así. Digo que pensaba que la causa de esos celos era por haber puesto a Isabel en mi falda y que quizás esos celos se hubieran intensificado por el miedo de considerar que hay alguien que puede cuidar de Isabel mejor que ella, lo cual no era verdad, ella era la persona más importante para cuidar de Isabel. Ella cuenta que cuando tuvo el primer hijo (primer casamiento) quedó muy deprimida, pregunté lo que sentía y ella me dijo que tenía deseos de que el bebé se muriera, pero que no se lo decía a nadie porque tenía miedo que pensaran que ella estaba loca. Dijo que duró mucho tiempo. Pero que con Isabel no lo tuvo, lo que ella tiene es ese cuidado de estar muy encima, cuidando de todo, observando todo lo que ella come.

Entonces me dice que debería haber tenido el otro hijo, no haberlo abortado - comienza a llorar mucho - dice que cuando ve a una mujer con muchos niños en un auto, ella siente envidia, no de los niños pero sí de la mujer haber tenido coraje de haber tenido todos. Mientras tanto, Isabel, que estaba andando por la sala, entra en un rincón y va con la cabeza contra la pared golpeando fuerte, sin protección alguna y cae en el suelo. La madre, inmediatamente se levanta y la pone en su falda, anda con ella por la sala; las dos están llorando, la madre le da el chupete y consuela a Isabel en su regazo durante un momento. Después la coloca en el suelo y dice -”mira los juguetes”-, Isabel, que todavía lloriqueaba pasa la punta de los dedos por el dibujo de su bolso (donde la madre coloca los pañales/biberón) y después en la cartera de la madre.

Digo que Isabel se había tranquilizado en la falda de la madre, que se había lastimado pero que la madre la había auxiliado y ahora Isabel trataba de calmarse “reconociendo las cosas conocidas”. Isabel estaba pálida en demasía.

Cerca del final de la sesión la madre habla de la dificultad que es cuidar de niños, que no imagina que puedan pasar tantas cosas en la cabeza de una niña tan pequeña... Isabel está andando, mueve los brazos como si estuviera volando, la cabeza proyectada para adelante y andando rápido - mueve la boca como si “mordiese aire”. Vuelve para aquel rincón y con las dos manos abiertas golpea la pared donde percutió la cabeza (está con la frente morada y con un chichón).

Tercera Observación (están presentes Isabel, madre, padre y hermano)
“En un determinado momento el padre dice del miedo que tiene de ver Isabel andando - él está muy tenso, acompañándola con la mirada por donde ella va, dice que tiene mucho miedo que ella se lastime -. La madre complementa contando de la forma que es el padre en relación a Isabel: en seguida le pone el chupete, llega a casa y ya la quiere colocar en la cuna, quiere que duerma. El hermano refuerza diciendo que es así... o entonces ya coloca a Isabel en la falda.

Isabel está andando por la sala y el padre parece impaciente. Ella comienza a colocar la mano en el pantalón tratando de bajarlo y la madre la agarra para cambiarla. Mientras la madre la cambia ella golpea la mano en la pierna. Así que la madre termina de cambiarla, el padre se levanta y agarra el pañal que estaba enroscado mientras digo que no se preocupe; él me responde rápidamente: -”no, no, por favor, yo no soporto...”- sale de la sala para tirar el pañal y vuelve en seguida.

Más tarde el padre dice que los exámenes de Isabel no dieron nada, que ella era una niña sin ningún problema y él afirma que Isabel no tiene nada, que él no puede ni pensar en tal cosa y menciona algo como confianza en Dios.

Pregunto si él había notado diferencia en el comportamiento de Isabel; el hermano había dicho que antes Isabel era diferente y la madre que parecía estar a gusto, relata las mudanzas que ocurrieron. El padre responde algo como si Isabel fuera tímida diciendo que él también lo es...
Entonces, yo digo que estábamos hablando de cosas más graves que timidez y que pensaba que las dificultades de Isabel significaban una perturbación emocional.
A pesar de estar tenso, el padre escucha, habla de las dificultades que pasó y pasa en relación a su trabajo, que hubo un día en que se quedó tan trastornado que pensó en hacer una “burrada”. Padre y madre hablan de los sentimientos de cada uno relativos a este período; la madre habló mucho de quan difícil fué quedarse “sola”. Isabel anda por la sala y el hermano está muy quieto en este momento”.

Ambiente Familiar.
Los padres de Isabel vienen de un casamiento anterior donde el padre tuvo 3 hijos y la madre tuvo un niño (11a.) que vive con Isabel, la madre y el padre.

Tanto la madre como el padre presentan serios síntomas de fobia, permaneciendo en casa el mayor tiempo posible, con mucho miedo de contaminación de enfermedades, de suciedad en los alimentos, etc...
En relación a Isabel, esa actitud se pone en evidencia principalmente en referencia a su andar: ellos tienen miedo que ella se caiga, se lastime.

Consideraciones.
Las características de fobia en la personalidad de los padres, junto con la experiencia del aborto de la madre, en el momento de individualización de Isabel, parece haber sido el desencadenamiento final para que la niña inhiba cualquier actitud exploratoria, parar de hablar, no tener más actitudes de agarrar, morder, chupar...

Supuse que la parada en el desarrollo de Isabel y la pérdida gradual de lo que había adquirido fuera una sintomatología producto de una defensa autista.

La consulta de la doble madre-niña fue propuesta con la finalidad de favorecer el aumento del vínculo entre ellos.

La metodología de la Observación de la Relación Madre-Bebé posibilita un entendimiento y una forma de intervenir que son de especial utilidad a la consulta.

Este trabajo se inició en diciembre de 1995 y sucede hasta el día de la fecha.

Relataré, entonces, algunos movimientos ocurridos en la terapia del vínculo entre Margareth e Isabel a fin de ilustrar el desarrollo del trabajo.

Octava sesión:
La madre está contando sobre una consulta con un neurólogo que examinó a Isabel. La madre está desanimada, llorando... Isabel está andando por la sala de una manera diferente: no parece inquieta, ansiosa y sí con una expresión más alegre, anda en forma activa - lo que contrasta mucho con el estado de la madre -. En esas vueltas por la sala hay algunas actitudes habituales: barullo en la garganta (como si fuera carraspera), da golpes en la barriga con la mano en concha, mira a veces para la madre y a veces para mí.

La madre continúa hablando con mucha necesidad de ser escuchada, de desahogarse. Pasa a hablar del marido, de las dificultades y en un momento dice: “mira los juguetitos, Isabel”, pero no tuvo ninguna actitud que acompañe lo que estaba diciendo.

La madre continúa hablando e Isabel se aproxima a ella (no se apoya) y empieza a llorar. La madre pone a Isabel en su falda y pregunta si ella quiere el biberón, se la ofrece e Isabel la toma casi toda. La madre habla con Isabel de manera cariñosa.

Digo que Isabel puede comunicar hacia su madre que precisaba de su atención y la madre, en aquel momento, pudo darse cuenta y atenderla.

Cerca del final de la sesión, Isabel evacúa y la madre la cambia. Pide que yo sujete las manos de Isabel. Voy hasta ellas diciendo que voy a agarrar las manitas de ella porque la mamá me está pidiendo y porque la mamá se asusta mucho con la suciedad, tiene miedo que suceda algo peligroso.
La madre sonríe, dice que es conciente de su necesidad de que todo esté muy limpio.

Décimosegunda sesión:
Isabel está muy bonita, con una cola de caballo. Está muy atenta a los juguetes, dice: “Ma...”, “Ai...”. Se queda un buen tiempo mirando hacia los juguetes, la madre se aproxima y la invita a jugar.

Isabel da una vuelta por la sala, mira atentamente hacia un portalápiz que está sobre la mesa y repite ese movimiento algunas veces mostrando mucho interés por el portalápiz. En una de las veces en que da la vuelta y mira para el portalápiz, la madre agarra el objeto y lo aproxima a Isabel, ésta se dirige para otra dirección como si no hubiera notado lo que la madre había hecho y como si ella nunca hubiera tenido ningún interés por este portalápiz.

Isabel continúa andando por la sala y en cierto momento en que pasa cerca de la madre, ésta abre los brazos para abrazarla, Isabel se separa sin dejarse abrazar. La madre dice: “qué feo, Isabel!”. Isabel da algunas vueltas más por la sala, después pasa cerca de la madre y la mira atentamente, la madre pregunta: “dónde está la linda de la mamá?”. Isabel sonríe hacia ella y la madre la abraza.
Digo que la madre puede soportar el “desinterés” que Isabel había demostrado e Isabel puede contar con la mamá allí a pesar de ese desinterés.

La madre pasa a hablar de la propia infancia, dijo que tenía muchas ganas de alimentar animales cuando era pequeña (colocaba Neston en un frasco de desodorante vacío para darles comida). Habla del hijo que está creciendo bien, engordando. Dice que ella dio mucho trabajo a su madre: ella casi no comía, llegó a tener anemia profunda.

Décimoquinta sesión:
Isabel está con ganas de evacuar...parece aflicta, se queda parada, gana una expresión de pavor... La madre dice que el intestino está un poco seco, Isabel está asustada: sus ojos están salientes, está paralizada... la madre agarra sus manitas. Le dice: “Así es, Isabel, la caca está difícil para salir”, la acostó en el diván, abrió el pañal y pasa la mano haciendo masajes en el abdomen de la hija; Isabel tira la piel de alrededor de la vagina... consigue evacuar...

Luego, con expresión de alivio, mira mucho para los juguetes, hay algunos nuevos y la madre va hasta ellos mostrando uno por uno; Isabel mira atentamente y algunas veces repite “Ca”.

Comentarios Finales:
El trabajo con Margareth e Isabel continúa hasta el día de la fecha por el hecho de estar existiendo una evolución prometedora, dada la gravedad del caso.

La intención de esta comunicación es la de mostrar el uso de la observación de la relación madre-bebé en un trabajo como éste.