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EXPERIENCIA CON GRUPOS DE OBSERVACIÓN DE LA RELACIÓN MADRE-BEBÉ

-Relato de una observación-

 

Laura Maria da Costa Couto e Silva

Maria da Conceição Moraes Davidovich


ÍNDICE

  1. Introducción
  2. Consideraciones
  3. El Contexto de la Observación
  4. La 11ª. Observación
  5. Discusión grupal post-observación
  6. Conclusiones de la Observadora

 


Nuestros agradecimientos a los participantes del Grupo:

Dr. Guilherme Franco de Toledo

Psic. Maria da Salete de A. Cabral Salles

Psic. Rebeca Goldsmid

Psic. Regina Celi Tavares Kirsten

 


1. Introducción

La observación de la relación madre-bebé fue introducida en Rio de Janeiro en el año 1971 por la Dra. Rosa Beatriz Pontes de Miranda, que vino de Londres donde se dedicó a esta actividad bajo la supervisión de Esther Bick.

Dos años después se empezó el trabajo con grupos en la Sociedade Brasileira de Psicanálise do Rio de Janeiro.

Desde 1984 forma parte del curriculum básico de la formación analítica. En su primer año los candidatos observan los bebés una vez por semana y, en grupos de cuatro, debaten con los coordinadores sus observaciones. Al final del Curso cada alumno realiza un pequeño texto de evaluación de la experiencia y un Informe Final acerca de la evolución de la pareja madre-bebé. Los coordinadores recomendan que sean mantenidos los contactos con las famílias durante todo el segundo año.

Nuestro objetivo en este Congreso es cambiar experiencias con otras Instituciones de formación. Para tanto, presentaremos el funcionamiento de uno de esos grupos y el tipo de discusiones que ahí ocurren. Trataremos también de apuntar los posibles aspectos clínicos que se pueden derivar de la comunicación madre-bebé-observadora.

 

2. Consideraciones

Nosotras entendemos que la experiencia con grupos de observación de la relación madre-bebé permite desarrollar una agudeza de percepción muy interesante para la práctica clínica. Tratamos de descartar prejuicios, observamos hechos y fenómenos en su propio contexto, asociamos libremente, pensamos, levantamos hipótesis, reflexionamos (en el sentido de “reflectere”, o sea, nos volvemos otra vez sobre algo cuando no encontramos satisfactoria la primera impresión) hasta que, gracias a la repetición de modelos-patrones, lleguemos a una evidencia.

Nuestra tarea es acompañar la evolución de un bebé en su ambiente familiar durante un año. La experiencia ha demostrado que la tarea puede ser penosa, una vez que se desencadenan ansiedades en el grupo. Por eso hay que estar atentos para los puntos de urgencia, cuando surgen las inquietudes en el grupo. Nuestro trabajo entonces se amplia, pues que hay que transformar las situaciones de ansiedad en algo acerca de lo cual se pueda pensar. Vivir tales transformaciones favorece la coesión y la productividad del grupo.

El método de estudio valoriza los sentimientos y las ideas de cada participante, respetando las opiniones y las diferencias individuales. Propicia el cambio de experiencias, gracias a una comunicación intensa entre el indivíduo y el grupo. Ese modelo de funcionamiento grupal evidencia el desarrollo de la intuición y del pensamiento reflexivo, abriendo espacio para que cada miembro aprenda con la experiencia.

En lo que al objeto de nuestro estudio se refiere, observar regularmente durante un año la evolución de un bebé en su contexto familiar, con todas las vicisitudes implicadas, constituye una oportunidad especialmente instigante en el proceso de formación psicoanalítico.

 

3. El Contexto de la Observación

La família del bebé observado tiene origen muy simples y pocos recursos socioculturales y económicos; vive en precarias condiciones de vivienda en una región pobre y lejana del centro de la ciudad.

El bebé es la primera hija de un matrimónio joven, de cerca de 28 años.

En el primer contacto con la observadora, la madre le pareció reservada, sin ganas de charlar, aunque cordial.

Cuando la observadora manifestó el deseo de observar el bebé, pronto le contestó: “pero no tengo dinero para pagarle”. Parece que la madre sentía no poseer nada de interesante o valioso para oferecer, lo que más tarde se confirmaría ante las dificultades que demostró para tomarlo en brazos y amamantarlo.

La madre expresaba un sentimiento de inadecuación al decir que “mi pezón es muy grande, y ella es muy pequeñita. Lo agarra, pero lo suelta en seguida.” A la madre le era doloroso amamantar, y atribuía el lloro del bebé al dolor físico .

En el comienzo de la observación las angustias de vida y muerte eran el tema constante de las charlas entre la madre y la observadora.

Pero a pesar de las dificultades ella estaba siempre lista a cuidar de su bebé; llegó incluso a abandonar temporalmente el trabajo, “hasta que la niña pudiera entender mejor las cosas”.

El padre, por su parte, es de família numerosa y se enorgullece de las mujeres que la componen, “mujeres que tienen mucha leche”. Se vanagloriaba de ser el hijo menor y de haber sido amamantado al pecho hasta un año de edad; idealizaba las mujeres de su família, mientras lamentaba que la leche de su esposa ya “se hubiera secado”, diciendo: “no se hacen más mujeres como antiguamente”.

El padre parecía estar viviendo conflictos de infancia, demostrando ambigüedad en relación al bebé: muy amoroso y feliz, por un lado, mientras por otro quejandose de los cambios y las frustraciones que le trajera el nacimiento de la hija.

El destete se hizo durante un viaje de visita a la família del padre en otro departamento, cuando el bebé tenía un mes y medio.

Consideramos la hipotesis de que, sintiéndose lejos de su propia madre y de la observadora, y siendo comparada a las mujeres de la família del esposo -“siempre llenas de leche”, según estaba acostumbrada a oir-, la madre se vió intranquila como para seguir amamantando. El bebé también pareció sufrir el dolor del destete, pues lloraba mucho despues de cada biberón. ¿Estaría captando las angustias de la madre en relación al destete?

Ese es el contexto de la observación que presentaremos adelante.

 

4. La 11a. Observación

Observadora: REGINA CELI TAVARES KIRSTEN

Sexo del bebé: femenino

Edad: 02 meses y 10 días

Fecha: 27/06/95

 

Llego a la casa y encuentro que está abierta la puerta de la sala. Doy

palmas, digo quién soy. La madre me dice que entre y sale de la habitación trayendo el bebé en los brazos. Me saluda y habla como si fuera el bebé: “Hoy estoy fuerte”. El bebé llora y ella cuenta que apenas le dió de mamar. Trata de calmarlo, meciéndole en brazos. Piensa que tiene dolor de barriga. La niñita queda tranquila y finalmente duerme. La madre le acaricia el rostro, la orejita, la cabeza, mostrandome el cabello que va teniendo. El bebé se agita, parece asustarse con el barullo de los fuegos artificiales que vienen desde fuera. La madre cuenta que un bebé de cuatro meses murió ayer en esa misma calle, que ya nació con problemas de hernia y una infección intestinal. Dice que la madre era soltera y que el padre posiblemente no sepa que su hijo murió . Que estuvo en el velatorio, el cajón era blanco y pequeño. No conocía a la madre, pero tuvo ganas de ir.

El bebé despierta y mira fijamente a la madre, que también la mira. Dice que la niña llora mucho al bañarla, cree que le da miedo y que cuando venga el buen tiempo le dará el baño más tarde para que yo pueda asistir. El bebé empieza a llorar; ella le pone el chupete en la boca, pero piensa que al bebé le gusta otro, más pequeño.

Empieza a jugar con la nena, acariciándole la barbilla. La niña rie con los juegos de la madre, pero inicia unos sollozos y acaba llorando. La madre dice que el bebé rie mucho cuando ella le cambia la ropita. Vuelve a hablar del bebé que murió, que la madre no quería dejar que lo enterrasen. Observó que el bebé tenía muchos agujeros en la cabeza y que su nariz sangraba. “Uno siente más cuando muere un niño que un viejo”, dice. Mientras tanto piensa que si el bebé hubiera vivido habría sufrido mucho. Recuerda un hermano suyo que murió a los 7 años,de tétanos. Ella tenía entonces solamente 1 año, y su madre ya estaba embarazada de 8 meses. Cuenta que su madre tuvo problemas en ese parto, ya que el bebé venía de nalgas y sólo con forceps lo pudieron sacar. En su opinión, las mujeres sufrían mucho antiguamente porque no había recursos, no hacían examen prenatal, la cesárea no existía y los partos los hacían las comadronas. Sin embargo, su madre tuvo 8 hijos. Se da cuenta de que su madre ha sufrido mucho y ella guarda aún hoy una ropita de ese hermano. Pero no tienen fotos, y se consuela diciendo: “Mejor, así ella no se pone a recordar...” Vuelve otra vez al bebé, que la sigue mirando. Le impresiona que el bebé la reconozca. Cuando está en la habitación y la niña en su cuna la pequeña la sigue con los ojitos y llora cuando ella se va. “Y dicen que los bebés sólo perciben bultos, verdad?”. Cuenta que su bebé ya percibe las cosas, y que lloró mucho el día en que su sobrina la cogió en brazos. Ella cree que la niña lloró porque sintió que no era la madre. Comenta también que el bebé extrañó la casa de su suegra. No sabe decir qué pasó, si fue la cama o el colchón. Y dice que también ella, cuando era pequeña, lloraba mucho y sólo quería la madre. El bebé empieza a llorar. La madre se levanta y lo pone de pie, frente a su pecho. El bebé cesa de llorar y la madre entiende que en esa posición no le da tanto dolor de barriga.

Se hace la hora y me despido.

5. Discusión grupal post-observación

Hay que considerar, de início, como repetición de un patrón, la relación ambivalente que la madre establece con la observadora y con el bebé.

En lo que a la observadora se refiere, ella espera su llegada, recibiéndola con la puerta abierta. En otro momento la presencia de la observadora parece perseguirla. Comenta: “el bebé ha mamado ya”, como tratando de impedir que la observadora asista a la amamantación por biberón. Ese comportamiento de la madre ha sido observado con frecuencia después del destete.

En lo que al bebé se refiere, la madre es capaz de calmarlo con carícias, hay cambio de miradas entre ella y la niña, juguetes y sonrisas. Pero se percibe que esa relación no se mantiene y que pronto las dos parecen asustadas. Expresa quejas del lloro del bebé durante el baño y despues de las mamadas. Como si fuera la niña la madre dice: “Hoy estoy muy fuerte”. La madre atribuye frecuentemente el lloro del bebé al dolor físico: “ella tiene dolor de barriga”. Cuando trata de tranquilizarlo con el chupete y el bebé no lo acepta, la madre piensa que es porque “le gusta el otro, que es más pequeño”.

Las ocasiones de encuentro y de juego son fugaces; los sentimientos depresivos surgen de pronto. La madre relata una situación de impacto, que fué la muerte de un bebé de 4 meses. Compareció al velatorio, aunque no conocía la madre del bebé muerto.

Viene en seguida la asociación con los aspectos traumáticos de su infancia, que revela a la observadora. Habla de la muerte de un hermano a los 7 años, estando su madre embarazada de 8 meses y cuando ella misma tenía 1 año de edad.

El grupo se pregunta: ¿Qué cosa pretendía la madre asistiendo al velatorio de un bebé desconocido?

Al parecer, fue a ver como se siente una madre de un bebé muerto. ¿Cómo quedaria un bebé muerto? ¿Cómo quedaría un bebé de un año con una madre en duelo por la muerte de un hijo y embarazada de 8 meses?

Esa necesidad la comprendemos como un intento de elaborar la relación primitiva con la propia madre. Lo que es doloroso de ser pensado o sentido, es actuado.

Podemos suponer que esos hechos experimentados en la infancia interfieren hoy en su relación con el propio bebé.

La experiencia emocional del destete la estaria movilizando y actualizando sus vivencias infantiles de pérdida.

Cuando la madre se refiere al dolor que siente el bebé, pensamos que ella poderia estar identificada con él, hablando del dolor mental que ambos sufren con el destete precoz.

Cuando la madre se halla en sintonía con su bebé, puede observarlo en la cuna, acompañandole con la mirada y el bebé llora cuando ella se va... Recuerda que también ella, “cuando era pequeñita, lloraba mucho y sólo quería a la madre”.

En ese movimiento de aproximación y distanciamiento, observamos que la madre acaricía el bebé, los dos se miran, hay momentos de encuentro, la madre es capaz de percibir el bebé y se queda impresionada si él la reconoce. Esa sintonía no se mantiene y entonces ella tiene dudas acerca de su percepción: “dicen que los bebés sólo pueden distinguir los bultos”.

Nuestra hipótesis es que la madre se sentia intranquila y temporalmente destituída de su función-materna, dudando de que su “leche” fuera suficiente como que para mantener el bebé vivo y sano.

¿Es que ella tendría miedo de la muerte re-experimentando angustias depresivas primitivas que ha vivenciado con su madre? ¿En el estado emocional en que se hallaba, tendría su madre espacio mental afectivo como para acoger las emociones de una hija-bebé de 1 año de edad? ¿Eso la llevaría al destete precoz?.

En esa observación la madre se permitió hablar con la observadora, estableciendo contacto con el dolor mental y sus sentimientos de perdida. Nuestra suposición es que la presencia acogedora de la observadora, que no interfiere ni le hace críticas, ayudó a que ella se asegurara del vínculo con su bebé y, rescatando la función-materna, pudiera comprender y acoger el “dolor” de su bebé. Lo pone sobre su pecho y el cesa de llorar. Dice la madre: “en esa posición ella no siente dolor de barriga”.

 

6. Conclusiones de la Observadora

Transcribimos, a continuación, la evaluación del año de trabajo hecha a final del Curso, por la Psic. Regina Kirsten:

“Al empezar el Curso yo no tenía idea de lo que iba a pasar, lo que seria observado y, principalmente, no veía el sentido de todo eso para mi formación. Pero ahora, ya cerca del fín de las observaciones, veo con sorpresa que la experiencia me ha suscitado muchas ideas. Resultó sin duda un gran aprendizaje tanto en lo referente a la práctica clínica , como para mi vida personal. La experiencia de la observación produce fuertes sentimientos y emociones; poder pensarla y expresar ideas acerca de ella en el grupo la enriquece aún más. Hoy no puedo imaginar un proceso de formación psicoanalítico sin ese curso.

Percibo que mis ideas y reflexiones sobre las relaciones humanas y sus manifestaciones más pritivas fueron totalmente influenciadas por esa experiencia y los descubrimientos que me propició.

Pero el aprendizaje no lo he hecho sola. Agradezco a los coordinadores por la forma como han conducido el grupo, con mucha sensibilidad y tolerancia para con nuestras ansiedades. El clima acogedor permitió la libertad de expresión y de reflexión, estimulando la curiosidad, valorando la capacidad intuitiva de cada uno.”

En su Informe Final la Psic. Regina Kirsten demostra que ha sacado bastante provecho de la experiencia. Transcribimos aqui solamente unas pocas frases de su Informe:

“Sin duda que la experiencia me ha sido muy enriquecedora, tanto para entender el funcionamiento mental del bebé y su desarrollo, como para mi vida personal. Pude revivir y repensar aspectos primitivos de mis primeras relaciones, lo que ha infuenciado mi propio proceso analítico y, por tanto, me ayudó a entender mejor mis pacientes.

El acto de observar me ha movilizado mucho. Tuve que desprenderme de la idea de que yo tenía las respuestas para lo que la madre debería hacer. Es decir, fue preciso ponerme en la situación de observadora y aprendiz. Pude percibir en la observación, y como oyente de las observaciones de los otros miembros del grupo, que cada pareja (madre-bebé) presenta un funcionamiento particular, que cada madre tiene su propia história, sus propios recursos, y que cada bebé posee su bagaje natural, incluyéndose todo en esa relación.

Percibí también que hay muchos aspectos del desarrollo emocional primitivo que se pueden comprender por otros medios más allá del lenguaje. Ya había observado intuitivamente con mis pacientes que ciertas comunicaciones no-verbales se presentaban de diferentes maneras -en la mirada, en la postura, en el llanto-. Pero fue la observación la que me dió la oportunidad de verificar que esas manifestaciones tienen un significado en sus relaciones más arcaicas”.